En una nube blanca de algodón vivían un oso dormilón que
núnca pestañeaba porque le daba sueño y su mejor amigo un
elefante trompudo con colita de resorte.
Un día de cielo azul con sol muy brillante, los dos amigos
decidieron dar un paseo, el elefante era muy inquieto y saltarín
pero como era tan pesado las nubes quedaban agujereadas y por eso
llovía. El oso dormilón en cambio bostezaba a cada ratito y se
tiraba a dormir la siesta cada dos pasitos.
Las mariposas se reían a carcajadas porque era divertido ver a
un elefante con cola de resorte haciendo agujeros en las nubes y
un oso dormilón durmiendo cada dos pasitos.
De tanto en tanto los rayos de sol les hacían cosquillas y ellos
también se reían a carcajadas.
Entre canciones saltarinas y siestas perezosas, se les paso
volando la hora y la pancita les hacia ruido así que encontraron
el motivo perfecto para comerse un alfajor, porque caminar da
mucho hambre, a los osos les encantan los alfajores.
Cuando se descuidaron el sol les dejaba un saludo y la luna
redonda le avisaba a las estrellas que era hora de pintar el
cielo con sus chispitas brillantes.
Como no se habían llevado abrigo y el vientito soplaba, el oso
dormilón y el elefante trompudo decidieron regresar muy felices
por su paseo y a saltos gigantes entre estrella y estrella
volvieron a su nube de algodón para disfrutar del silencio de la
noche y enterarse de algún secreto mágico que les contara algún
cometa hablador.


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