Había una vez un duendecillo llamado Simón de ojos saltones
y nariz puntiaguda que tenía una terrible manía, se pasaba
toooodo el día burlándose de los demás duendecillos del bosque.
- jajaja que orejas más grandes tienes - se reia del pobre Blas
- Hayyy - exclamaba Blas - no seas tan burlón !
- y mirate tu Juliana, tienes unas piernas que parecen de rana -
continuaba Simón burlandose de todos sus compañeros entre
sonoras carcajadas mientras los demás duendecillos le miraban
con una mueca entre enfado y resignación. Tanto es así que ya
le llamaban Simón el burlón.
Una mañana Simón decidió dar una vuelta por la pradera,
saliendose del linde del bosque. Llevaba ya un buen rato andando
entre la hierva alta del prado cuando de repente llegó a un
camino y al final de éste vió una granja , "y si me acerco
a fisgar a ver que veo ? "pensó atrevido y osado.
Dicho y hecho, todo decidido emprendió el camino hacia la granja. Al llegar a los límites de la granja y con mucho cuidado de no ser descubierto por los perros que dormitaban a los pies de un viejo olivo, se fue acercando más y más a la vieja casa. De repente un olor dulce y agradable le llegó a su puntiaguda nariz. "Mmmm que olor más rico "pensó, "tengo que saber de donde viene este olor tan estupendo ". Olfateando como un sabueso fue acercandose hasta una ventana donde pudo ver un enorme y jugoso bizcocho que reposaba en el dintel de la ventana, donde la buena granjera lo había puesto a enfriar despues de hornearlo.
Simón abrió sus saltones ojos como platos sintiendo como su
boca se llenaba de saliva "tengo que incarle el diente a
ese sabroso bizcocho ", pensó. Miró a su alrededor y
viendo una vieja rama de arbol tirada en el suelo la agarró y
poniendola apoyada en la pared escaló por ella hasta llegar al
dintel de la ventana. Miró hacia todos lados para asegurarse que
nadie lo veia y asomandose por la ventana vió que la cocina
estaba vacía, no había nadie, "esta es la mia !! me voy a
poner morado a bizcocho !! ", pensó mientras frotaba sus minúsculas
manos. Sentandose al lado del bizcocho comenzó a cortar pequeños
pedacitos de la masa del tierno manjar con sus manos mientras se
los comía uno trás otro casi sin respirar "ohhh madre
miaaaa que cosa más ricaaaaa "pensaba mientras engullía y
engullía sin parar.
De repente miró hacia el suelo y vio unos negros y curiosos ojos que lo miraban. Era el viejo perro Boby, que sentado inmóvil como una estatua no le quitaba ojo de encima. "oh oh " pensó "¿ y ahora que hago ? ".
Una vieja y lista urraca estaba mirando la escena desde la higuera. De repente la urraca hizo un graznido y le gritó a Simón
- Te veo en apuros, ehhh ?
- hay amiga urraca - exclamó Simón - ayudame ! tengo que
regresar al bosque y como baje de aquí seré la merienda de este
sabueso !
- Hoy me pillas de buen humor - respondió la urraca - te ayudaré.
Voy a posarme en el dintel de la ventana y vas a subirte encima
de mi, pero tienes que ser rápido o el perro podría saltar y
hacer un plato combinado con nosotros dos.
La urraca se dejó caer planeando hasta el dintel de la ventana y
posándose rápidamente al lado de Simón le gritó
- Sube ! rápido !
Simón sintio que le costaba un poco moverse, sin saber muy bien
porqué, pero estaba tan asustado que pegó un brinco sin
pensarselo dos veces y sin apenas darse cuenta ya estaba
sobrevolando el prado.
- Yujuuuuuuuuuu, que divertidooooo !!! grito estusiasmado
mientras el viento casi le arranca su sombrero de la cabeza.
El llegar al bosque cerca de donde vivia Simón, la urraca se posó
en el suelo
- ya puedes bajar, aquí ya estás seguro
- gracias amiga - respondió Simón - y nada más poner los pies
en el suelo vió como la urraca se iba volando mientras gritaba
- Adiós pequeño aventurero ladronzuelo !!
Simón se dispuso a andar hasta su hogar cuando cayó de bruces
hacia delante. Había comido tanto que tenía la barriga hinchada
como un globo !. Como pudo se dió la vuelta quedandose panza
arriba mientras se lamentaba
- Hay madre mia ! he comido tanto que no puedo moverme !
Y allí estaba Simón que parecía un escarabajo panza arriba con
su enorme y abultada barrigota moviendo sus brazos y piernas muy
cómicamente.
"Estando así no voy a poder andar "penso "así
que lo mejor será que ruede hasta mi casa ". Y así fue
como Simón comenzó a rodar lentamente en dirección a su
diminuto poblado con sus casas constuidas en los troncos de los árboles, cuando
llegando a una ligera pendiente comenzó a rodar más y más rápido.
Simón veia todo dando vueltas
- Hay mamitaaaaaaa, que mareoooo - gritaba mientras bajaba
pendiente abajo.
De repente algo frenó su caida, mirando aturdido vió que las
piernas del viejo Tomás le habían detenido. Simón levantó la
cabeza mirando alrededor y vió como todos los duendes del bosque,
los cuales lo habían estado buscando, estaban junto a Tomás,
mirandolo fijamente sin decir nada. De repente, una gran y
estruendosa carcajada colectiva estalló en el bosque
- jajajajaja parece un globo ! - decía Blas
- miraló si parece que va a estallar !- se reia Juliana
- ¡ ya tenemos pelota para jugar al futbol ! - gritaban Pablito
y Serafín
Todos los duendes estaban muriendose de risa hasta el punto de
que muchos de ellos ya no podían más y se tiraban al suelo casi
ahogandose de la risa.
Mientras tanto Simón los miraba a todos torciendo la boca y
levantando las cejas mientras pensaba "que tontos..."
y comenzaba a sentirse mal al ver que todos se burlaban de él.
En ese momento Simón se dió cuenta de que eso era lo que él
llevaba haciendo tanto tiempo, burlarse de sus amigos.
Mirandose su enooooorme barrigota durante unos segundos estalló
también en una trementa carjadada
- Es verdad ! jajaja, parezco una enorme col con patas ! jajajaja.
Todos los duendes incluido Simón estuvieron un buen rato riendo
hasta que ya no podían ver nada de tanto llorar de risa.
Desde ese día Simón ya no se burló más de sus amigos, porque
se dió cuenta de qué se burlen de tí no es agradable y que lo
mejor de todo no es reirte de tus amigos, si no reirte con ellos.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.