En un bonito valle, lleno de flores, con grandes árboles de
altas ramas y verdes hojas; nació un pequeño pajarito. En lo
alto de un árbol, en una de las ramas más altas, estaba el nido
lleno de huevos, y una soleada mañana de primavera nacieron los
pajaritos. Uno de ellos tardó un poco más en romper el cascarón
y ver la luz de la mañana. Desde el primer momento se distinguió
de sus hermanos por ser algo más pequeño y por ser un poco más
lento en aprender. Aprendía lo mismo que sus hermanos, pero le
costaba un poquito más.
Todos los pajaritos eran felices y el pequeño pajarito también.
Una mañana, cuando ya habían crecido lo suficiente, les tocó
aprender una importante lección, era el día de aprender a volar.
El pequeño pajarito estaba nervioso e ilusionado, ya que este
era un gran pasó, era un aprendizaje muy importante, y aunque no
lo dijo tenía algo de miedo.
Primero aprendieron a mover las alas dentro del nido, después a
moverlas dando pequeños saltitos y mantenerse en el aire a
apenas unos centímetros del suelo. Después uno a uno iban
saltando del nido y moviendo sus alas para volar. Llegó el turno
del pequeño pajarito, su madre estaba muy pendiente de él, ya
que sabía que a veces le costaba un poquito más aprender. El
pajarito estaba muy nervioso y temeroso. Le llegó el turno de
saltar desde el nido al aire y lo hizo, pero estaba tan temeroso
que sus alitas no le respondieron bien, su coordinación falló,
caía al vacío a gran velocidad, mientras sus hermanitos y su
madre le gritaban
- ¡¡Abre las alas!!
Intentó abrir sus
alas, pero se golpeó con una rama. Su mamá tuvo que volar en su
ayuda y recogerlo antes de golpearse contra el suelo, pero su ala
ya estaba herida.
A causa de este accidente, el pequeño pajarito no pudo aprender
a volar. Su ala quedo lastimada para siempre desde aquel fatídico
momento. Y así fue como el pajarito creció sin aprender a volar.
Siempre paseaba por el suelo, y solo subía a las ramas de menos
altura, dando saltitos.
El pajarito creció sin volar, y se convirtió en un hermoso pájaro
de plumas de colores y porte elegante. Pero siempre caminaba por
el suelo. Aunque sus hermanos insistieran en que tenía que volar,
él no quería intentarlo, ya que sabía que era inútil, sabía
que su ala estaba lastimada y nunca conseguiría volar.
Una tarde mientras paseaba, escuchó un ruido desde lo alto.
Levantó la cabeza y encontró a uno de sus hermanos enganchado
entre las ramas de un árbol, en lo alto.
Ayúdame -le dijo su hermano- rápido me caigo.
Iré a buscar a alguien -respondió el pajarito - no te muevas.
No, no hay tiempo- le dijo su hermano- ¡vuela y ayúdame!
El pajarito cerró los ojos con miedo, realmente no tenía otra
alternativa, aun sabiendo que no podía volar, cerró los ojos y
movió con todas sus fuerzas sus alas. Con los ojos cerrados
aleteo con todas sus fuerzas, sabiendo que era inútil y entonces
al notar el aire en su rostro y el vació en sus pies, abrió de
nuevo los ojos para comprobar sorprendido que estaba volando. El
pajarito voló y ayudó a su hermano.
Entonces descubrió que siempre había podido volar, pero nunca
lo intento porque siempre creyó que no podía hacerlo.


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