
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo la Tierra estaba en la más
absoluta oscuridad, era siempre de noche.
Los dioses que vivían en el cielo se reunieron para crear el Sol
para iluminarla y que hubiera luz en la Tierra. Se reunieron en una ciudad que
había en el cielo llamada Teotihuacán. Se dice que en esa
ciudad celeste de Teotihuacán, encendieron una enorme hoguera.
Aquel poderoso que quisiera convertirse en el Sol, debía
arrojarse en esta hoguera y quemarse en ella para resurgir como
el Sol.
Dos candidatos eran para ser el Sol, el primero era grande,
fuerte, hermoso y rico que además, estaba vestido con ropas de
lujo y adornado con piedras preciosas. Este ofrecía a sus compañeros
oro y joyas como muestra de su orgullo; por otro lado, el Segundo
era pequeño, débil, feo y pobre; su piel estaba cubierta de
llagas, y estaba vestido con su ropa de trabajo. Como el Segundo
era un ser muy pobre, sólo podía ofrecer la sangre de su corazón,
sus buenos y humildes sentimientos.
Cuando llegó la hora de arrojarse a la enorme hoguera, el grande
y rico no se atrevió, tuvo miedo y salió corriendo, sin embargo,
el pobre, que era muy valiente, se arrojó a la hoguera donde se
quemó y salió de ella convertido en el Sol. El Primer candidato
al verlo convertido, sintió vergüenza y sin pensarlo mucho se
arrojó a la Hoguera donde se quemó y en el cielo apareció un
segundo Sol.
Los demás dioses estuvieron de acuerdo de que no podían existir
dos soles en el firmamento, así que decidieron apagar al Segundo,
para eso, tomaron un Conejo por las patas y con mucha fuerza lo
lanzaron contra el segundo Sol. El brillo de este disminuyó rápidamente
y tras poco, se convirtió en la Luna. Hasta hoy, se puede
apreciar en la Luna podemos una especie de figura de un Conejo en
la Luna que indica que acabó con su luz según la Leyenda.
 
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