Una bruja se dedicaba a vender encantamientos y fórmulas para
aplacar la cólera de los dioses. No le faltaban clientes y
ganaba de este modo ampliamente la vida. Pero fue acusada por
ello de violar la ley, y llevada ante los jueces. Sus acusadores
condenaron a muerte.
Viéndola salir del tribunal, un observador le dijo:
-Tú, bruja, que decías poder desviar la cólera de los dioses,
¿cómo no has podido persuadir a los hombres?
Nunca creas en los que prometen hacer maravillas en lo que no se ve,
y sin embargo son incapaces de hacer cosas ordinarias.